La meditación le lleva a mejorar la capacidad de concentración. Cuando se le guía a través de los distintos enfoques de la práctica, consigue aumentar y prolongar los momentos de quietud y paz interior. Su conciencia evoluciona para adquirir una mayor sensación de claridad, agilidad y facilidad.
A estas alturas ya tiene suficiente autoridad sobre su mente como para que centrarse en un objeto o en unas palabras le resulte fácil. A través de la meditación regular su conciencia se ha fortalecido, por lo que concentrarse durante largos periodos de tiempo no resulta difícil. En resumidas cuentas, mientras que antes podía llegar a pensar en el cuadro o en el canto de tres palabras con cierta moderación, poco a poco hasta llegar a minutos más largos de forma ininterrumpida, finalmente mantiene su estado meditativo de forma ininterrumpida durante tiempos mucho más largos, potencialmente de hasta una hora.
Se preguntará ¿qué más queda en la meditación?
Atención focalizada → Meditación sin esfuerzo → Absorción meditativa
En pocas palabras: un último capítulo de dicha total.
Comenzando en el nivel de atención focalizada se graduó para realizar Meditación sin esfuerzo. Lo que le espera ahora es alcanzar la Absorción meditativa, un estado de conciencia perfecta. Esta última etapa de la conciencia se diferencia de los dos anteriores en cuanto a su pureza. Piense en ello como si llevara a cabo un proceso de destilación en las dos primeras fases; hirviendo (Atención focalizada) y condensando (Meditación sin esfuerzo) en su mente para llegar al resultado final de una conciencia en su forma más pura y concentrada en la Absorción Meditativa.
Considere la Absorción meditativa como una de las cumbres de su viaje de autodescubrimiento y conexión cuerpo-mente-alma. Una cumbre que escalar y a la que aferrarse en un continuo viaje unidireccional hacia la mejora, nirvana y la profundidad espiritual.
¿Cómo es la siguiente etapa de la meditación?
En el estado meditativo más elevado, el meditador aspira a lograr una asimilación completa. Aquí se le despoja total y completamente de sus filosofías, de sus ideologías de toda la vida, de su pavor, de su angustia, de su ira e incluso de su felicidad. Sí... en este último grado no hay pensamientos dispersos que se inmiscuyan en su mente. Es un estado de nada, donde su estado de conciencia refinada lo es todo. Ni siquiera piensa en esta nada porque entonces corre el riesgo de hacer de la nada su objeto.
En este punto, no hay diferencia entre un objeto o unas palabras y usted. Ambos son iguales. Esto es una señal de que todos sus sentidos se han detenido y los demás mensajes cerebrales que funcionan a través de los órganos sensoriales se centran ahora en su mente. El objeto o las palabras están totalmente bajo su mando mental.
En pocas palabras, ya no habrá un objeto o mantras entre usted y su yo interior... solo su conciencia elevada. Es un estado en el que no solo no tendrá pensamientos sino tampoco cuerpo. Su aliento también habría desaparecido. Lo único que quedaría sería su conciencia desnuda.
En otras palabras, su conciencia, el propio proceso de meditación y el objeto/mantra se funden en uno.
En este cenit, ya no se es consciente del «yo» que hay en usted. Este estado meditativo le ayuda a desbloquear un anclaje más profundo que la reactividad de su ego. Con la disolución del «yo», su santuario interior, hasta ahora descubierto se convierte en su escudo frente a las externalidades existentes en el mundo exterior.
La Absorción meditativa le empodera de verdad... ahora se da cuenta de lo mucho más pleno y grande que es usted como ser humano de lo que pensaba o sentía antes. La meditación impregna lentamente cada nanosegundo de su vida ya que se convierte en una parte integral de cada momento de vigilia.
Al vivir, dormir, respirar y caminar la meditación, la encarna no solo físicamente sino también emocional y espiritualmente. Una sensación de calma permanente comienza a definirle. La agitación perpetua de sus emociones en las dos fases anteriores de la meditación se detiene ahora por completo. En ausencia total de ego siente una sagaz compasión por sus semejantes. Sus células corporales fortalecidas conducen a una reducción del dolor corporal, de la presión arterial y de la depresión. El córtex prefrontal de su cerebro, donde se concentran la atención, la personalidad, las emociones, los recuerdos y las sustancias químicas que le hacen sentirse bien, se activa constantemente, lo que se traduce en una persona más feliz y con una actitud más saludable.
Al haberse unido finalmente a su espíritu interior, desarrollará un amor más profundo por sí mismo... y por el mundo en el que vive.
Por mucho que nos guste la idea de una línea progresiva, sencilla y directa hacia la Absorción meditativa, como si nuestra conciencia pudiera trabajarse paso a paso a lo largo del tiempo. Muchos grandes maestros nos recuerdan que debemos ser humildes y aceptar que, aunque el progreso que hacemos es unidireccional, singularmente positivo, llegamos a él a través de pequeñas rutas circulares, no en línea recta. Y que nos esforcemos por alcanzar este paraíso.
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